Días de nada

La música a tope en los cascos, viendo a la gente gestualizar energéticamente imaginando sus conversaciones. Eres ajeno a la situación, un mero espectador. Se siente bien por una vez estar al margen, como si no fuera tu problema. Ahora solo importa la canción que suena en tus oídos, en la lista de reproducción de Día Sexto. Miras al frente perdido en algo imposible de definir; en ese instante no perteneces a tu vida, incluso consigues dejar la mente en blanco. Lo necesitas. Has pensado demasiado, ese momento es solo tuyo. Te resistes a escuchar, ni siquiera te concentras en la letra de la canción. Cantas por inercia. Tampoco quieres llegar a casa, es el día perfecto para deambular. Las nubes cubren el cielo y sigues esperando la tormenta inminente. Imaginas las gotas frías de agua golpeándote en la cara, haciéndote sentir pequeño. Tienes frío, pero a quién le importa eso ahora. Anhelas la lluvia tanto como a la persona que eres cuando estas debajo de ella. Libre, o por lo menos la sensación de serlo. Solo necesitas eso; una ilusión, un momento. Hoy te da igual estar solo. De hecho, lo prefieres. La gente hace demasiado ruido y no quieres oír nada. Quieres perderte, y no volver nunca.

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