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Mostrando entradas de 2017

Llamada perdida

A estas horas de la noche todo parece mucho más claro. Ahora me gustaría decirte tantas cosas... y quizá lo haga, no lo sé. En este momento me da igual todo, solo necesito que me escuches. Pero mañana, ¿qué ocurrirá? Nadie lo sabe. Cojo el móvil como si hubiera decidido algo. Lo desbloqueo. Lo voy a hacer, te voy a llamar y esta vez va a ser la buena. Marco tu número. Porque sí, me lo sé de memoria. Lo borré de la agenda en un arrebato de frustración, ¿pero cómo borrarlo de mi mente? Mi dedo está rozando la pantalla apunto de pulsar el botón de llamada. Suspiro, miro la hora y vuelvo a suspirar. No me vas a coger. Aún así te llamo. Un pitido, dos pitidos, tres pitidos... Buzón de voz. No has contestado. ¿Me sorprende? No. Últimamente no hablamos mucho. Espero a poder dejarte un mensaje de voz. Cuando suena el pitido sé que debería decirte todo lo que me he repetido tantas veces. Es mi momento, por alguna razón sé que cuando puedas lo escucharás. Pero no sé que decir. No hay palabras ad

Ojalá

Prometo tener más tiempo para ti. No como esos días en los que tener que preocuparme por alguien era una obligación. Ahora todo parece muy distinto. Los atardeceres son eternos, no porque el sol no termine de irse nunca sino porque yo he decidido que quiero vivir en un arrebol. Ojalá tú quieras lo mismo... pero si decides estar en desacuerdo, el alba también es un buen momento del día. Te quedarías embelesado por la aurora cada vez que pasearas por la playa con el rompeolas de fondo. También es un buen paisaje. Quizá sea un comentario superfluo; pero ojalá elijas los mismos días que yo para ser feliz. No me vale un ademán de sonrisa, ya hemos tenido muchos. La melancolía ya no nos debe ser suficiente. Aún recuerdo la elocuencia de tus palabras nocturnas, esas que me obligaron a despertarme de un sonambulismo eterno. Tú despertaste mis ganas de ser quien soy. Tienes que ser tan feliz como yo. Y si te preguntas en qué consiste la felicidad; se trata de expresar momentos evanescentes en l

Como en casa

Me encanta hablar pero mis momentos preferidos son cuando no lo hacemos. Cuando no hacen falta palabras para describir ese momento, cuando no son suficientes... ¿porque cómo puedes definir las cosas esenciales de la vida? El olor a café por las mañanas, el color amarillo, las personas que quieres... No puedes, simplemente las necesitas y ya. Soy fiel creyente de que cuando uno lo precisa, debe hablar. Sin embargo, la sensación de saber que no necesitas hacerlo para que ese alguien te entienda... es maravilloso. Por una parte da miedo pensar que hay alguna persona por ahí en el mundo que te puede llegar a conocer incluso más que tú mismo o descubrir esos secretos que nunca pensaste que contarías. Asusta pero todos queremos algo así. Va en nosotros, porque da igual el momento, el lugar y el por qué, nos hace sentir como en casa. 

Los minutos perdidos

Todas las noches cuando me escondo bajo las mantas de mi cama siento que es el único momento del día que es verdaderamente mío. Desde que me levanto hasta que me acuesto, estoy haciendo cosas que no son para mí, estoy invirtiendo mi tiempo en algo que no es mío. ¿Quién me va a devolver ese tiempo? Nadie, porque todos cuidan del suyo. He llegado a un punto de mi vida en el que da miedo mirar atrás pero también hacia delante. Solo tengo el presente y siento que se me va. Paso la mayor parte de mi vida corriendo de un lado a otro, con prisas, convirtiendo todo en obligaciones. No sé a dónde me lleva eso, ¿dónde está el tiempo para mí? Para pensar, para hacer lo que me apasiona, para sentirme bien conmigo misma y para no hacer nada. A veces necesito aburrirme para apreciar los buenos momentos y estar sola, porque me he cansado de tenerle miedo a la soledad. De vez en cuando está bien. Por eso cuando me voy a la cama es mi momento preferido del día.

Las cosas que nunca te dije

Jamás te dije que me encantaba ver cómo se te iluminaban los ojos con un simple trozo de chocolate y encontrarte a las tres de la mañana en la cocina buscando algo dulce de comer. Tampoco que odiaba tus películas de domingo por la tarde, pero desde que no estás nunca me las pierdo. Siempre me pedías que te ayudara a buscar algo que habías escondido anteriormente pensando  que era un buen lugar. Me quejaba y no te trate como merecías, pero nunca te dije que lo haría mil veces más. Nunca te dije lo que significaban para mí los cuentos que me leías cuando era pequeña en la hora de la cena, era mi hora preferida. Tampoco te dije que no me importaba responder a la misma pregunta cincuenta veces y que me encantaba lo presumida que eras, porque así me dejabas peinarte. Los abuelos tendrían que ser infinitos, y aunque no te lo dije tantas veces como debía, te quiero.

Un futuro incierto

Siempre suelen decirme que soy buena en lo que me propongo. Que soy trabajadora y me gano las recompensas. Los sueños que tengo son complicados y muchas personas me dicen que son inalcanzables. Normalmente no les creo y me dedico a divagar sobre mis planes de futuro. No me importa que me llamen ilusa. Pero hay veces en las que tengo miedo de no tener el talento que necesito para destacar. No todo el mundo puede ser especial y me da miedo que mi futuro se resuma a trabajar en una oficina de ocho a dos en algo que no me apasiona. Ni siquiera ahora sé lo que quiero. Veo a mucha gente que ni siquiera sabe qué quiere estudiar cuando ya está en la universidad. Yo siempre he pensado que a mí no me iba a pasar eso porque yo lo tenía muy claro. La escritura es lo que me llena. Y cuando tengo malas épocas es porque hasta los escritores se bloquean y porque la creatividad es intermitente. Pero cada vez me suena más a excusa y quiero ser sincera conmigo misma. Tengo miedo de no tener alg

Deja vu

Verte era como llegar a casa una tarde de invierno y tomarse un chocolate caliente debajo de una manta. No podría explicar la sensación, es indescriptible. Podía pasarme horas mirándote con un silencio entre nosotros. No era incómodo, era nuestro momento. Teníamos tantos de esos... Aún sigo esperando algo que me haga sentir así de nuevo. Hoy echo de menos todo lo que ya no está, incluso las horas perdidas. Un deja vu tras otro... Cuando estaba contigo todos mis demonios se calmaban, dejaban de gritar y por un momento podía descansar. Es muy rebuscado pensar que porque ya no estés jamás volveré a callarlos. Tanto que he llegado a esa conclusión, imagínate las horas que he perdido. Ya he gritado todo lo que tenía que gritar. Ahora todo es un desastre: la cama deshecha y los zapatos por el suelo. 

Días de nada

La música a tope en los cascos, viendo a la gente gestualizar energéticamente imaginando sus conversaciones. Eres ajeno a la situación, un mero espectador. Se siente bien por una vez estar al margen, como si no fuera tu problema. Ahora solo importa la canción que suena en tus oídos, en la lista de reproducción de Día Sexto. Miras al frente perdido en algo imposible de definir; en ese instante no perteneces a tu vida, incluso consigues dejar la mente en blanco. Lo necesitas. Has pensado demasiado, ese momento es solo tuyo. Te resistes a escuchar, ni siquiera te concentras en la letra de la canción. Cantas por inercia. Tampoco quieres llegar a casa, es el día perfecto para deambular. Las nubes cubren el cielo y sigues esperando la tormenta inminente. Imaginas las gotas frías de agua golpeándote en la cara, haciéndote sentir pequeño. Tienes frío, pero a quién le importa eso ahora. Anhelas la lluvia tanto como a la persona que eres cuando estas debajo de ella. Libre, o por lo menos la sens

Las cosas que me hacen ser quien soy

Soy muy fácil de complacer. Me defino con un papel y un lápiz. Escribo para poder decir todas las cosas que no digo. Hay veces que lo enseño, otras veces no. Suelo ser animada, la mayoría de las personas que conozco creen que soy plenamente feliz porque así lo demuestro. Pocas saben la verdad. Cuando pierdo a alguien importante me siento mal porque se han llevado un pedacito de mí. Tanto si se va voluntariamente o si la he tenido que echar. Para bien o para mal, soy muy cabezota. Tiendo a llorar por cualquier cosa porque creo que es una forma de liberarme. No tengo demasiada vergüenza. Cuando me aburro, duermo. Me gusta leer pero sobre todo me gusta coleccionar los libros que leo. Intento ser detallista, pero es algo que se me va de las manos. Mi refugio es la música, cuando toco el piano me siento ajena al resto del mundo. Hablo mucho, me lo suelen comentar. La creatividad me viene y va, como las ganas de ir a clase. Canto fatal, pero lo hago igualmente. Me río cuando no tengo que reí

La historia de un crimen

Estabas temblando cuando te decidiste a hablar. Tu respiración era intermitente, te ahogabas con tus propias palabras. No me mirabas a los ojos, la culpa te impedía hacerlo. O quizá la vergüenza de saber que habías fallado. Seguro que pensabas en toda esa gente que se quejaba de su rutina, que en ese mismo instante estarían trabajando y lamentándose por lo dura que era la vida. Sí, qué horror, tenían una rutina. No puedo imaginar lo que darías tú por volver a la tuya en este instante. Seguro que no podías creer lo increíble que era que nadie se hubiera dado cuenta. Para ti, todo era distinto, habías cambiado. Pero para el resto del mundo había sido otro día más. La vida seguía y tu te estabas consumiendo porque no sabías cómo ibas a seguir con la tuya. Creo que llorabas de impotencia. Incluso yo, al otro lado de la habitación, podía notar el disparatado latido de tu corazón. Estabas frenético e indeciso, como si estuvieras a punto de cometer el mayor error de tu vida. No, en realidad,

Piérdeme

Me gustaría saber qué hace el viento cuando no ataca contra mi ventana en esas noches tristes. Quiero creer que es lo que me impide dormir, pero algo dentro de mí sabe la verdad. El viento es una excusa para empequeñecerme. Siento que cuándo él sopla esta gritando lo que yo no puedo gritar. Y me gusta oírle hablar, porque me siento acompañada. Hoy no es un buen día para hablar de esperanza. Sólo vienen a mi cabeza sueños perdidos y malas decisiones. Me empeño en buscar salidas  en callejones que no llevan a ningún lado. En esos en los que siempre te da miedo entrar, por si hay algo malo acechándote. Yo ya no puedo diferenciar qué es lo bueno y qué es lo malo. He pasado tantas veces por ese callejón que me he corrompido. Esta noche no va a ser distinta a la de ayer, ni lo será a la de mañana. Estoy encerrada en un bucle interminable. Y no puedo hablar, por eso escribo. Y cuando el viento vuelva, le diré que tengo esperanza. Sólo para que no me deje. Sólo para utilizarlo de excusa en tod

Tengo frío

¿Le tienes miedo al frío? Sí, al frío. Ese que no te deja estirar más tus pies porque el resto de la cama está vacía, el que no te deja sacar una parte de tu cuerpo de la seguridad de tu manta, pero por supuesto es la ilusión de temerle a eso. Y es entonces cuando te das cuenta que el frío como concepto, no era a lo que temías, si no al pensar en lo que hay más allá, en que después de sentir la soledad que conlleva el frío no vas a encontrar un calor reconfortante. Te sentirás igual de perdido. El miedo es otro espejo siniestro que nos muestra a las personas lo que nosotros mismos tenemos y que en ocasiones, es destructivo porque resulta que la mayoría de las veces no había nada aguardando para ti y te pasaste la vida entera pensando que era así, y te destruiste con suposiciones estúpidas porque le temiste toda tu vida al frío. Y no era a lo que tenías que temer.

Mírame

Mírame cuando duerma, cuando ría y cuando llore. Mírame en los momentos en los que nadie me ve. Mírame a los ojos, pero no los busques intentando que se fijen en ti, porque lo hacen cuando no te das cuenta. Mírame cuando este distraída, cuando no esté preocupada por mantener una imagen, píllame desprevenida, cuando no pueda controlar la situación, cuando pierda los nervios y cuando me frustre. Incluso hasta cuando este a punto de rendirme. Búscame cuando me enfade y llámame hasta cuando no quiera hablar contigo. No me mires todos los días, creyendo que me conoces. Aprende a diferenciar lo que es de verdad y lo que es de mentira, y llévame la contraria cuando creas que no tengo razón. Bueno, y cuando la tenga también.  Mírame cuando este siendo yo misma, porque sólo así lograrás verme.

Especial día de la madre

Feliz día de la madre, para todas las mujeres que decidieron tener el valor de serlo. Pero en especial, feliz día a ti, mami, porque es tu día, pero todos los días tendrían que serlo. Porque seguramente eres la persona con la que más discuto pero la que más quiero en el mundo. Lo siento por no agradecerte tanto como mereces lo que haces por mi día a día. Y no digo grandes cosas, digo los pequeños detalles que te hacen única. Gracias por hacerme sentir especial, por escucharme cuando me siento sola y por hacerme ver que contigo nunca voy a estarlo, por apoyarme cuando más lo necesitaba, por enseñarme a ser fuerte cuando sólo tengo ganas de rendirme, por hacerme compañía en los peores días, por aguantarme en mis peores momentos, por convertir los malos ratos en buenos, por saber cómo hacerme sonreír, por darlo todo por mí, por hacerme ver lo que valgo, por empujarme a mis sueños, por apostar por mí aunque todo vaya en contra y por ser como eres. Sé que no siempre lo expreso como debería

Poesía

Si el viento hablara, gritaría tu nombre. Todos sabrían quién eres tú en realidad. Chíllalo, que no te oyen. Explica cómo consigues que hasta los paisajes más fúnebres, tristes y deshechos sean bonitos. Explícales que el truco no está en cambiar las cosas, sino en amarlas tal y como son. No transformas un día gris en uno soleado, aprendes a ver la belleza hasta cuando el sol se esconde. No tienes miedo de la oscuridad, porque sabes que cuando cierras los ojos ves mil mundos a través de ellos. Mundos que no existen, inimaginables, excepto para ti. Tú eres vida, tu eres arte, tú eres poesía.