Llamada perdida

A estas horas de la noche todo parece mucho más claro. Ahora me gustaría decirte tantas cosas... y quizá lo haga, no lo sé. En este momento me da igual todo, solo necesito que me escuches. Pero mañana, ¿qué ocurrirá? Nadie lo sabe. Cojo el móvil como si hubiera decidido algo. Lo desbloqueo. Lo voy a hacer, te voy a llamar y esta vez va a ser la buena. Marco tu número. Porque sí, me lo sé de memoria. Lo borré de la agenda en un arrebato de frustración, ¿pero cómo borrarlo de mi mente? Mi dedo está rozando la pantalla apunto de pulsar el botón de llamada. Suspiro, miro la hora y vuelvo a suspirar. No me vas a coger. Aún así te llamo. Un pitido, dos pitidos, tres pitidos... Buzón de voz. No has contestado. ¿Me sorprende? No. Últimamente no hablamos mucho. Espero a poder dejarte un mensaje de voz. Cuando suena el pitido sé que debería decirte todo lo que me he repetido tantas veces. Es mi momento, por alguna razón sé que cuando puedas lo escucharás. Pero no sé que decir. No hay palabras adecuadas para trasmitir todo lo que te echo de menos. Cuelgo, es inútil. A lo mejor no me has cogido porque allí donde estás no hay cobertura. Me lo voy a repetir una vez más. Pero tranquila abuela, seguiré llamando.

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